Navidades sin Ansiedades
/Marisol Muñoz-Kiehne, PhD
La temporada festiva y las Navidades nos traen tanto dicha como dificultades; son emocionantes, excitantes, ¡y pueden ser angustiantes y estresantes!
¿Por qué?
Ideales irrealistas- La propaganda promueve fantasías de familias perfectas, vidas perfectas, y fiestas perfectas.
Invierno- La temporada fría y lluviosa precipita en muchos un estado de ánimo decaído y deprimido, y conlleva menos trabajo y dinero, especialmente para jornaleros y jardineros.
Finanzas- El ingreso familiar no aumenta, mientras las presiones de campañas consumistas provocan gastos innecesarios y crean expectativas de comprar regalos y gastar en fiestas.
Fiestas- Las festividades a menudo incluyen fricciones familiares, y son difíciles para quienes tienen adicciones, tanto a las compras, como al alcohol y a la comida.
Separación- Los inmigrantes tendemos a sentirnos nostálgicos, solos, y aislados al vivir lejos de nuestros seres queridos en nuestros países natales.
Penar- La temporada festiva propicia sentimientos de tristeza y melancolía recordando a los seres queridos fallecidos ausentes en estas fechas.
¿Qué hacer?
- Hagamos primero, lo primero; lo demás, si hay tiempo, energía, y dinero
- Cuidemos nuestros cuerpos, canalicemos nuestras emociones, y cultivemos nuestras relaciones
- Disfrutemos las cosas pequeñas y los placeres sencillos.
- Simplificarnos la vida. A la hora de compras y compromisos, preguntarnos: ¿Es necesario? ¿Es importante para mí? ¿Vale la pena el costo?
- Convirtamos cualquier ocasión en festejo al ponerle atención y corazón.
- Resistamos las presiones a hacer, comprar, comer o beber de más.
- Cuidado con las comparaciones, los chismes, las palabras y personas que nos estresan y restan alegrías y energías.
- Evitemos los malos ejemplos y el aislamiento, las malas influencias, y la violencia.
- Tengamos en cuenta que los niños nos observan, escuchan, y siguen nuestro ejemplo.
- Compartamos con quienes nos hacen sentir bien.
- Recordemos que lo que más vale y perdura es compartir en familia, y compartir con los más necesitados.
- Hagamos regalos significativos, hechos a mano por adultos y niños, regalar o un poco
- de nuestro tiempo…
- Utilicemos las celebraciones religiosas (misas, procesiones, villancicos, Posadas, y La Pastorela) para practicar y enseñar a los niños lecciones espirituales.
- Al extrañar a quienes tenemos lejos, acordar llamadas, enviar cartas del corazón y recuerdos simbólicos, mensajes y postales por correo electrónico, fotos y videos con grabaciones de eventos.
- Procuremos respaldo mutuo y ayuda profesional. La salud emocional de nuestra gente depende de la de nuestras familias e individuos, apoyándonos los unos a los otros.
- Y, recordemos, a la hora de gastar, comer y beber en la celebración, ¡hacerlo con moderación!
¡Disfrutemos un diciembre más dichoso y menos doloroso!